¿Cuánta importancia le das a la Palabra de Dios en tu vida? ¿Buscas en ella respuestas para tu vida? ¿La escuchas o solamente la oyes? Quien está al pendiente de lo que Dios le dice o de los diferentes medios por los que él se acerca de manera muy clara, no tienen tiempo para inventarse ideas erróneas.

Este domingo la palabra de Dios nos invita a ofrecer tierra buena, a la semilla de la Palabra de Dios, a dejar que fluyan en ellas los frutos que ella quiera producir, pero también a dejar que la misma palabra elimine todo aquello que ya es necesario abandonar para lograr transformar nuestras vidas.

San Pablo ha utilizado una imagen muy hermosa para hablar de toda la creación entera: “Sabemos, en efecto, que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto; y no sólo ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.” ¿Qué tan fuerte está tu esperanza?

Dejémonos sorprender por Dios, presentémosle nuestro corazón bien dispuesto: “Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca”. Escuchémosle más a él que a nuestros miedos.

(P. JLSS)