(Hch 2, 14. 22-33 / Sal 15 / 1Pe 1, 17-21 / Lc 24, 13-35)

Tras celebrar el domingo de Pascua la Resurrección del Señor y la semana pasada reflexionar acerca de la Divina Misericordia, hoy la Palabra nos invita a prestar mayor atención a la compañía del Señor en nuestras vidas, a reconocer su presencia y no dejarnos distraer tanto por lo que debería ser secundario o no comprendamos.

El consejo de San Pedro es claro: “Puesto que ustedes llaman Padre a Dios, que juzga imparcialmente la conducta de cada uno según sus obras, vivan siempre con temor filial durante su peregrinar por la tierra.” ¿Qué significado tiene para ti el hecho de que Dios sea tu Padre? ¿Qué tanta confianza te da?

Jesucristo va de nuestro lado en todo momento tal como él prometió, «yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» (cf. Mt 28, 20), lo cual no significa que estará carente de dificultades o momentos difíciles, es precisamente en esos momentos cuando debemos acudir a él con palabras semejantes a los discípulos de Emaús: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer”

Dios cuida de nosotros porque somos suyos, escuchemos más al Señor Jesucristo, él es la manifestación del inmenso amor que Dios nos tiene, aceptemos este inmenso don de Dios y dejemos que la gracia nos transforme. No nos dejemos intimidar por nada, contamos con Dios de nuestro lado, que su compañía nos de seguridad. “Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción.”

(P. JLSS)