(Hch 3, 13-15. 17-19 / Sal 4 / 1Jn 2, 1-5 / Lc 24, 35-48)
La semana pasada reflexionamos acerca de la Divina Misericordia, la firme disposición que tiene Dios de amarnos y hacernos libres, que a través del Sacrificio del Señor nos ha dejado en claro lo grande de su amor; hoy pediremos al Señor que nos libre de todo aquello que nos haga que inconscientemente rechacemos su amor.
Todos nosotros conocemos de Jesús, hemos escuchado muchas predicaciones sobre su obra salvadora, pero ¿se nos nota que contamos con Él? Quizá lleves mucho tiempo rechazando la gracia por tus prejuicios personales, déjale amarte, Él bien sabe cuando nuestro rechazo «es porque hemos actuado con ignorancia».
En el Evangelio, escuchamos que Jesús se les aparece a sus discípulos y, como siempre, lo primero que nos ofrece es su paz, para que no andemos con miedos y al igual que a Tomás nos muestra sus llagas para que no dudemos. Hoy vamos a pedirle que ilumine nuestras mentes para vivir como personas amadas, esforzándonos día con día por vivir como amados que somos.
Padre, abre nuestro entendimiento para comprender las Escrituras, y aceptar libremente el amor que tienes por nosotros, y evitar el pecado para no fallarle a tu amor. Grabemos en nuestras mentes las palabras de Juan “Les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguien peca, tenemos como intercesor ante el Padre, a Jesucristo, el justo. Porque él se ofreció como víctima de expiación por nuestros pecados”. No tengamos miedo, tenemos alguien que vela por nosotros.
(P. JLSS)
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