(Gn 22, 1-2. 9-13. 15-18 / Sal 115 / Rm 8, 31-34 / Mc 9, 2-10)

La semana pasada se nos hacía la invitación a seguir el ejemplo de nuestro Señor y entrar al desierto cuaresmal como preparación para experimentar intensamente la fuerza de la Pascua, o como dijera el apóstol san Pablo, dejarnos reconciliar con Dios (cf. 2Co 5, 20). ¿Cómo vamos trabajando esta cuaresma?

Así como la semana pasada se nos invitaba al desierto, esta semana se agrega algo necesario para cambiar, hacerle caso al padre celestial que nos manda escuchar a su Hijo muy amado, en él se resumen la ley y los profetas ¿queremos cumplir lo que Dios nos manda? Escuchemos a su Hijo ¿queremos conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas? Escuchemos a su Hijo.

Ante las palabra de san Pablo: “Si Dios está a nuestro favor, ¿quién estará en contra nuestra? El que no nos escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros…” podríamos responder: aquello a lo que yo se lo permita. Para ser libres hemos sido liberados por Cristo (cf. Gal 5, 1).

Padre Santo, queremos ser fieles a las enseñanzas de tu Hijo, por ello te pedimos que nos ilumines con tu palabra, para procurar andar como el anduvo y actuar conforme al amor que nos has manifestado en Él. Queremos trabajar todo aquello que sabemos estorba a tu amor en nuestro interior, danos la fortaleza necesaria para lograrlo y la apertura a tu palabra para no dejarnos confundir por otras voces,

(P. JLSS)