(Is 50, 4-7 / Sal 21 / Flp 2, 6-11 / Mc 14, 1-15, 47)
Quisiera comenzar la reflexión de este día con las palabras con las que respondimos el Salmo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” En la Cruz queda de manifiesto que Dios nunca nos ha dejado abandonados, sino que siempre ha procurado nuestro bien y salvación.
Hoy conmemoramos el inmenso misterio del abajamiento del Señor, la kénosis, explicada muy bien en la aclamación del día de hoy: “Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre…” a nosotros nos toca ahora “abajarnos” ante tal muestra de amor por nosotros.
Entremos a la semana santa cuestionándonos sobre nuestra actitud ante este misterio ¿seremos de aquellos que le reciben gustosos pero ante la cruz corren? ¿Seremos de los que se burlan de él? ¿Seremos de aquellos que son capaces de reconocer en su firme voluntad el amor del Padre.
Pidamos a nuestro Señor no echar en saco roto su sacrificio, dejémonos conmover y confortar por Él. Conmover para ser mejores y confortar por la certeza de saber qué nos comprende en los momentos difíciles, pero también, aprendamos a que siendo fieles a la voluntad del Padre siempre nos irá bien. ¿Con qué actitud quieres vivir esta semana santa?
(P. JLSS)
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