(2Jn 4-9 / Sal 118 / Lc 17, 26-37)

Tras escuchar el verso del salmo: “Dichoso el hombre de conducta intachable, que cumple la ley del Señor. Dichoso el que es fiel a sus enseñanzas y lo busca de todo corazón.” Deberíamos preguntarnos qué tanto nos esforzamos por vivir la ley de Dios que consiste en ser recíprocos al amor recibido y buscarle de todo corazón.

San Juan en su carta recuerda esto mismo “Les ruego, pues, hermanos, que nos amemos los unos a los otros. No se trata de un mandamiento nuevo, sino del mismo que tenemos desde el principio. El amor consiste en vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios.” hace alusión a las palabras que el mismo Señor enseñó directamente a sus discípulos como un distintivo particular (Jn 13, 34-36).

¿Nos esforzamos más por vivir en reciprocidad con el amor o nos conformamos sólo con evitar el mal? Quien vive conforme al amor, le da igual cuando suceda la vuelta del Señor porque está consciente de que ha hecho lo que le corresponde y el premio será la vida eterna. Quien está atento a la meta no se fija tanto en el obstáculo del camino.

Que Dios nos conceda la capacidad de prestar mayor atención a nuestro encuentro definitivo con Él y que esto nos impulse para vivir conforme a quien le espera, que no vivamos como abandonados, sino como personas que saben que quien se acerca es alguien que les ama y quiere su bien solamente.

(P. JLSS)