(1Cor 3, 9-11. 16-17 / Sal 45 / Jn 2, 13-22)
Hoy celebramos como Iglesia la dedicación de la Basílica de Letrán, cuyo nombre original era Basílica del Santísimo Salvador, fue construida por el emperador Constantino hacia el año 320, es la primera en antigüedad y dignidad, es la Catedral del Papa, que nos recuerda su ministerio como sucesor de Pedro, cabeza de los Apóstoles.
Hoy más que celebrar un espacio físico, celebramos lo que representa, un templo nos recuerda un punto de encuentro con Dios, entres los hermanos de un mismo credo y un lugar al que somos convocados por el Espíritu Santo. Pero san Pablo tambien habla de cada uno de nosotros como templos, donde podemos encontrar de una manera analógica estos mismos elementos.
Revisemos nuestra docilidad a Dios, lo que le ofrecemos para que se encuentre con nosotros y poniéndonos a su disposición para hacer posible que los hermanos se encuentren con Dios, siguiendo las palabras de san Pablo: “Que cada uno se fije cómo va construyendo. Desde luego el único cimiento válido es Jesucristo y nadie puede poner otro distinto.”
Cuando nuestra vida de fe depende de practicas externas antes que en la aceptación total del amor y de la gracia de Dios, no hemos comprendido nada. Pidamos a Dios que nos ayude a reconocernos protegidos por él, por los elementos visibles que nos recuerdan que nos podemos encontrar con él y con los hermanos, pero sobre todo esforcémonos por ser templos dignos del Espíritu Santo, aceptando que el amor de Dios supera todos nuestros criterios. Pidamos por el Papa Francisco para que busque siempre conducirnos hacia Jesucristo, el Buen Pastor.
(P. JLSS)
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