(Ef 4, 7. 11-16 / Sal 121 / Lc 13, 1-9)
¿Tienes claro qué es aquello que el Señor te está pidiendo en estos momentos de tu vida, cuáles son los carismas y cualidades que pudieras poner al servicio de los demás? San Pablo nos recuerda que “cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado.” Para edificar su Iglesia todos somos importantes.
Dios lo ha querido así, que hagamos lo que nos toca, toleremos al otro en lo que hace lo que le toca y así edifiquemos la comunidad “hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, y lleguemos a ser hombres perfectos, que alcancemos en todas sus dimensiones la plenitud de Cristo”.
Se trata de vivir en el amor y evitar toda comparación con los demás, disfrutar ser elegidos por Dios en donde nos encontremos, no engañarnos como aquellos que le dijeron a Jesús sobre unas personas asesinadas y él les exhorta a no escandalizarse con eso, sino aprovechar todavía tener oportunidad de cambiar.
Pidámosle a Dios la capacidad de vivir dócilmente al Espíritu Santo con la tranquilidad de saber que Dios nos nos proteja y confiando en que “viviendo sinceramente en el amor, creceremos en todos sentidos, unidos a aquel que es la cabeza: Cristo. De él, todo el cuerpo recibe su organización, su cohesión y su vida, según la actividad propia de cada una de las partes, y así el cuerpo va creciendo y construyéndose por medio del amor.” No nos desesperemos contamos con Dios y su amor.
(P. JLSS)
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