(Jb 3, 1-3. 11. 16. 12-15. 17. 20-23 / Sal 87 / Lc 9, 51-56)
El fragmento del libro de Job que hemos leído este día puede ser de mucha enseñanza para nosotros, Job después de aceptar la voluntad de Dios en su vida, ante tantas dificultades que comienza a experimentar se lamenta. Esto no tiene nada de malo, de hecho es algo muy humano que debemos dejar.
Ante la dificultad y lo incomprensible debemos permanecer unidos a Dios tal como hizo Job, buscar lo que pudiéramos aprender de ello, mira sabemos que el amor de Dios supera todos nuestros criterios pero también hemos experimentado como una especie de lejanía de su parte, es un engaño que proviene del miedo a lo desconocido.
Algo semejante les pasó a los samaritanos, teniendo a Jesús enfrente, no aprovecharon su cercanía porque iba a Jerusalén, por aferrarse a ideas y criterios aprendidos le mantuvieron al margen y no le permitieron ni siquiera acercarse a su poblado ¿has limitado al Señor por criterios aprendidos?
Los discípulos, hicieron prácticamente lo mismo, ante el desprecio hacia el “Señor, le dicen “¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?”, razón por la que fueron reprendidos. A nosotros nos toca repartir el amor recibido no andar limitándole por cualquier motivo. Dejemos que el amor de Dios en nosotros actúe más fuerte que nuestras limitaciones.
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