(Ez 24, 15-24 / Dt 32 / Mt 19, 16-22)
Aceptar lo que Jesús nos ofrece implicará necesariamente un cambio progresivo, el encuentro con el no puede ser estático ni pretender que así sea. Él siempre invita a ser mejor. San Pedro Fabro solía decir que para conocer el estado de un corazón bastaba pedirle algo más y ver su reacción.
Ante lo nuevo que Dios te ofrece ¿cuál es tu reacción? ¿Aceptación, negación o apatía? En el Evangelio escuchamos el ejemplo de un joven que se acerca a Jesús con el interés de saber lo que se necesita para alcanzar la vida eterna, pero por su reacción parecería más que buscaba una confirmación o reconocimiento a su persona. Jesús le responde lo básico, cumplir los mandamientos, algo que él asegura ya hacer.
Entonces el Señor le hace un nuevo ofrecimiento: seguirle con libertad. “Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme.” Se nos cuenta que se va entristeciendo porque era muy rico. Seguía poniendo sus seguridades en otras cosas.
La primera lectura nos recuerda también sobre la necesidad de cuidar aquello más valioso en nosotros, nuestra amistad y familiaridad con Dios, cuidar que ni la apatía, el desánimo mucho menos la falta de interés nos lleve a frenar los frutos del amor en nuestro interior. Y que su amor nos ayude a soltar todo lo que nos esclaviza y a desear liberarnos de toda falsa comodidad que lo estático pudiera estarnos dando.
(P. JLSS)
0 Comments