(Jer 13, 1-11 / Dt 32 / Lc 10, 38-42)

Hoy la Iglesia nos invita a recordar a tres hermanos que eran amigos de Jesús, que hasta le recibían en su casa: Marta, María y Lázaro. Los tres hermanos amaban al Señor, cada uno con sus características particulares y de manera íntima, de hecho podemos aprender de ellos tres cosas.

En Lázaro podemos reconocer el cumplimiento de las palabra de Jesús: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue tendrá la luz de la vida”, aunque no conocemos mucho de este hombre, sabemos que Jesús le amaba, que llora su muerte (cf. Jn 11, 35) y le libra de la misma. Demostrándonos el premio de seguirle con fidelidad y libertad.

Marta nos enseña a seguir al Señor y perseverar aún en medio del dolor, del desánimo o incomprensión. Cuando muere su hermano acude a Jesús para decirle que si hubiera estado con ellos su hermano no habría muerto y el día que les visitó al ver a su hermana sin hacer nada le dice a Jesús que le ponga a hacer, a lo que Jesús le responde sobre la importancia de estar enfocados en su presencia, antes que en cualquier otra cosa. María nos enseña la contemplación.

Que estos el ejemplo de estos tres hermanos santos nos inspire para no andar comparándonos con nadie en el seguimiento de Jesús, que nos esforcemos por poner nuestra atención en su auxilio y no nos dejemos distraer por nada. El Señor hará su obra en nuestras vidas, quizá no cuando nosotros lo queramos pero si en el momento oportuno. No nos desesperemos. Santos Marta, María y Lázaro, rueguen por nosotros.

(P. JLSS)