(2Tim 1, 1-3. 6-12 / Sal 122 / Mc 12, 18-27)
Siguiendo con la temática de esta semana en la que reflexionamos sobre nuestra necesidad de volver a Jesús, de dejarle actuar y procurar hacer el bien antes que solo buscar aparentar bondad. Hoy el Evangelio nos invita a reflexionar sobre nuestros pretextos para no seguir al Señor en libertad.
Los personajes del Evangelio se enfrascan en una discusión llanas y sin sentido, con el ejemplo de la viuda de los siete hermanos y el destino de la está mujer mmmm tras la resurrección, como si lo importante en la vida eterna fuera el acompañante y no el gozar del amor y de la gracia de Dios para siempre.
Ante las dificultades sigamos las recomendaciones de Pablo a Timoteo: “Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Porque el Señor no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de moderación.” El Espíritu Santo no nos dejará amedrentarnos frente a nada ni nadie, solo hay que ser dóciles a Él, dejarle ser.
Pidamos a Dios Padre que nos conceda la humildad para aceptar su misericordia, “Él nos ha salvado y nos ha llamado a llevar una vida santa, no por nuestros méritos, sino por su propia determinación y por la gracia que nos ha sido dada, en Cristo Jesús, desde toda la eternidad.” Dejemos a Dios ser Dios en nosotros.
(P. JLSS)
0 Comments