(Rm 12, 9-16 / Is 12 / Lc 1, 39-56)

Mayo es un mes que le dedicamos a la Virgen María y concluye con la fiesta de la visitación de María a su prima Santa Isabel, en esta celebración María se presenta a nosotros como ejemplo nuevamente de abandono y confianza en Dios ¿por qué? Porque al saber que Dios había obrado en su prima, fue presurosa a ayudarle.

Esa es una prueba clara de la acción de Dios: estar pronto a colaborar con la acción que Dios quiere obrar en el otro, ser instrumento de la providencia nunca obstáculo. ¿Qué tan dispuesto estás para ayudar a quienes te rodean? O si te toca el otro lado ¿eres capaz de reconocer la acción de Dios en la ayuda que se te da?

Quien se encuentra con Dios no debe perder de vista que el protagonista es Él. Es la actitud de Isaías cuando dice: “El Señor es mi Dios y mi salvador, con Él estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi salvación.”, es la actitud de Isabel cuando se sorprende que la «madre de su Señor vaya a verla», es la humildad de María: “Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede…”

Aceptar o rechazar a María (como tristemente hacen muchos) es alejarse de una Santa mujer que sabe aceptar la voluntad de Dios, que acepta que para él nada es imposible, que está dispuesta a ayudar al que lo necesita y que sabe dar el lugar protagónico a Dios. En fin, un ejemplo de ser cristiano. Que por ejemplo e intercesión de María logremos fortalecer nuestra esperanza. “Que la esperanza los mantenga alegres: sean constantes en la tribulación y perseverantes en la oración.”

(P. JLSS)