(Hch 6, 8-15 / Sal 119 / Jn 6, 22-29)
¿Cuál es nuestra motivación para seguir a Jesús? ¿Es alcanzar la salvación o solo cuestiones temporales? Muchos de los que seguían a Jesús, le buscaban por los beneficios inmediatos que podían recibir de él, no tanto por ser el mesías o el libertador. Debemos procurar que esto no suceda en nosotros.
Por ello debemos fortalecer nuestra convicción de seguirle por lo que ya ha hecho por nosotros, no vaya ser que nos sorprenda el Señor como a los personajes del Evangelio: “Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse.” Quienes siguen al Señor por lo externo solamente, le abandonarán fácilmente.
Esteban, el primer mártir, nos enseña que la vida eterna es mas valiosa que cualquier otra cosa, que cualquier comodidad, que cualquier miedo. Por ello, al igual que Jesús frente a Pilato, el encadenado es más libre que quienes lo acusan, “Los miembros del sanedrín miraron a Esteban y su rostro les pareció tan imponente como el de un ángel.”
Pidámosle a Dios nuestro padre que fortalezca nuestra docilidad al Espíritu Santo para vivir con nuestra confianza bien puesta en Él. Con la firmeza que proviene de su acción en nuestro interior. “Aunque los poderosos se burlen de mí, yo seguiré observando fielmente tu ley. Tus mandamientos, Señor, son mi alegría; ellos son también mis consejeros.”
(P. JLSS)
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