Fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José
(Sir 3, 3-7. 14-17 / Sal 127 / Col 3, 12-21 / Lc 2, 22-40)
Hoy celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José ¿por qué le damos el adjetivo de Sagrada? La respuesta es sencilla: por la presencia de Jesús y la fidelidad a Dios por parte de sus miembros. La Navidad no es algo que solo invita a la reflexión personal, sino que también manifiesta lo que la cercanía de Dios produce.
¿Son nuestras familias lugares en los que se percibe la amistad con Jesús? ¿Se pueden reconocer nuestro hogares como lugares en los que habita Jesucristo? Si en nosotros se cumplen los deseos de Pablo: “Que en sus corazones reine la paz de Cristo; que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza.” No podemos generar ambientes hostiles.
El pasaje del Evangelio que hemos escuchado nos narra cómo José y María cumplen sus obligaciones religiosas, es en medio de esto que Simeón y Ana reconocen al Mesías, no lo hacen en medio de cosas extraordinarias, es en medio de lo cotidiano de una familia que sabe cumplir cada uno con su deber donde estos personajes se encuentran con el Señor.
En nuestros hogares se debe seguir la lógica del amor: “Puesto que Dios los ha elegido a ustedes, los ha consagrado a él y les ha dado su amor, sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente y perdónense cuando tengan quejas contra otro, como el Señor los ha perdonado a ustedes. Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión…” pidámosle a nuestro Padre que acreciente en nosotros el deseo de vivir conforme a su amor, para que nuestros familias también puedan ser consideradas «sagradas» porque Cristo habita en ellas.
(P. JLSS)
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