(Sab 6, 12-16 / Sal 62 / 1 Tes 4, 13-18 / Mt 25, 1-13)
El domingo pasado escuchamos el reclamo que hacía el Señor a todo aquel que reduce su fe a mero activismo, a la apariencia de bondad, a los que hacen todo para que los mire la gente; hoy somos invitados a revisar acerca de nuestras motivaciones para serle fieles a Dios ¿es por nuestra esperanza? ¿Qué tanto anhelamos encontrarnos con el Señor?
Se trata de «estar preparados, porque no sabemos a qué hora va a venir el Hijo del hombre» dejando que la esperanza en ese encuentro definitivo nos aliente para aguardarle serenamente. “Pues, si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual manera debemos creer que, a los que mueren en Jesús, Dios los llevará con él.”
¿Vivimos unidos a Jesucristo? La mayoría de nosotros tenemos claro qué circunstancias, situación o personas son las que más nos alejan de Él, lo que pocos nos atrevemos a hacer quizá sea reconocer que nos alejan, que nos limitan, preferimos confiar en nuestro poco aceite y actuar como descuidados…
Ninguno de nosotros puede justificar «la falta de aceite en su lámpara» porque contamos con el Espíritu Santo, no le limitemos en nuestro interior. “Radiante e incorruptible es la sabiduría; con facilidad la contemplan quienes la aman y ella se deja encontrar por quienes la buscan y se anticipa a darse a conocer a los que la desean.” La pregunta sería entonces qué tanto deseamos gozar con ella.
(P. JLSS)
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