(Jon 4, 1-11 / Sal 85 / Lc 11, 1-4)
“Hemos recibido un espíritu de hijos, que nos hace exclamar: ¡Padre!” ¿Vives tu vida de fe con la conciencia de tener un padre amoroso que vela por ti? Cuando a Jesús le piden sus discípulos que les enseñe a orar Él lo hace con un gran comienzo «padre de nosotros” (Πάτερ ἡμῶν).
Cuando se pudieran venir a tu mente dudas acerca del porqué del inmenso amor que Dios te tiene debe venir a tu mente que es tu Padre y un padre siempre cree y desea lo mejor para sus hijos, el mismo señor así lo dice en otro pasaje cuando afirma que si nosotros que somos malos sabemos dar cosas buenas a los hijos con cuanta mayor razón Dios dará el espíritu a quien se lo pida (Cf. Mt 7, 11)
Otro ejemplo semejante es la lectura de Jonás en la que se nos muestra la diferencia entre la actitud de los hombres frente a la misericordia y la actitud de Dios, unos pueden hasta enojarse por no comprender la grandeza del amor de Dios, mientras que Dios siempre procura que le reconozcamos como padre infinitamente misericordioso.
Por ello este día pidámosle al Espíritu Santo que nos auxilie a reconocer la inmensa generosidad de Dios y aspirar a disfrutar cada vez más de su inmenso amor, que nuestra oración en los momentos de dificultad sea semejante a la del salmo: “Puesto que eres, Señor, bueno y clemente y todo amor con quien tu nombre invoca, escucha mi oración y a mi súplica da respuesta pronta.”
(P. JLSS)
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