(Ex 34, 29-35 / Sal 98 / Mt 13, 44-46)
Encontrarse con Jesucristo debe ser una experiencia que cambie nuestras vidas, ya que es el reconocimiento de que el amor de Dios rebasa toda lógica y todo criterio humano, como escuchamos en el Salmo ayer: “Como un padre es compasivo con sus hijos, así es de grande su misericordia.”
En Jesús, a quedado manifestada la cercanía que el Padre desea tener con nosotros, su amor y su deseo de que recuperemos el valor que tenemos. El mismo Señor nos lo ha dicho con claridad: “a ustedes los llamo amigos, dice el Señor, porque les he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre.”
A quien se sabe amado se le nota, a Moisés cada que se encontraba con Dios se le notaba, dice el libro del éxodo que su rostro resplandecía cada que hablaba con el Señor. Nosotros decimos habernos encontrado con Cristo, «el tesoro escondido», la «perla de gran valor» ¿se nos nota? ¿Nuestra manera de vivir manifiesta que le conocemos?
Pidámosle a Dios Padre que nos ilumine para ser capaces de reflexionar en la cercanía que él desea tener con nosotros y en la respuesta que damos a su invitación ¿será que Dios está lejos de nosotros o en realidad no le dejamos involucrarse completamente en nuestras vidas? Espíritu Santo ayúdanos a erradicar de nuestras vidas todo aquello que sea contrario a la fe que profesamos. Dios nos quiere cerca, dejémoslo acercarse.
(P. JLSS)
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