(Hch 16, 1-10 / Sal 99 / Jn 15, 18-21)
“Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.” ¿Que tan fuerte es tu anhelo de encontrarte un día para siempre con Cristo y todos aquellos que nos han precedido? Debemos soltar todo aquello que pueda limitar nuestra confianza y aferrarnos fuertemente en Dios.
El Señor en el Evangelio nos invita a reconocer la persecución por nuestra fe, casi como una buena señal, como una prueba de que vamos bien. “Si el mundo los odia, sepan que me ha odiado a mí antes que a ustedes. Si fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya…” Él nos ha separado del mundo.
En la primera lectura hemos escuchado la visita que San Pablo hace a las comunidades cristianas de Derbe y de Listra, adhiriéndose a su grupo el joven Timoteo a quien circuncida, no por ir contra lo establecido en el Concilio de Jerusalén, sino como estrategia evangelizadora, que no pudieran decir que siendo su madre Judía no lo había circuncidado por algún impedimento. Pablo sabía muy bien de qué pretexto se podrían agarrar los judíos para no abrir su corazón a Cristo.
Por eso, en este día te pedimos Padre, que nos auxilies con la fuerza del Espíritu Santo para ser capaces de reconocer todo aquello que puede poner en riesgo nuestra fe o tu llegada a la vida de los nuestros, para preferir una pequeña renuncia a algo que escandalice y aleje de ti. Ayúdanos a saber discernir siempre lo que nos conviene y no andar buscando lo más cómodo.
(P. JLSS)
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