(Is 49, 8-15 / Sal 144 / Jn 5, 17-30)
Hoy la palabra de Dios podríamos resumirla en una sola frase: «Dios nos ama infinitamente», el amor de Dios por nosotros es algo que excede todo entendimiento (Cf. Ef 3, 19), misterio que hay que aceptar para que su paz proteja nuestros corazones y nuestras mentes en Cristo Jesús.
Para aquellos que se sienten como abandonados por Dios, él les responde por medio del profeta Isaías: “¿Puede acaso una madre olvidarse de su criatura hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus entrañas? Aunque hubiera una madre que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti.” ¿Qué te hacen pensar estas palabras?
El pueblo de Israel pudo reconocer el amor de Dios a través de todo lo que él obró en medio de ellos, en el salmo reconocen que “El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas.” Quienes creemos en Jesucristo, hemos reconocido esta superabundancia de amor que no se agota ni con la muerte.
Pidamos a nuestro Padre Celestial que fortalezca nuestra fe en Jesucristo, para que seamos capaces de reconocer el inmenso amor que se nos ha manifestado en Él. Que nuestro temor a no saber corresponder a su amor sea mayor que cualquier otra cosa, dejemos que su amor y gracia sea lo que ilumine nuestras vidas. “Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida.”
(P. JLSS)
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