(Hch 19, 1-8 / Sal 67 / Jn 16, 29-33)

Cuando las cosas nos resultan favorables según nuestros criterios personales es muy fácil acercarse al Señor y decirle cosas como los discípulos del Evangelio: “Ahora sí nos estás hablando claro y no en parábolas. Ahora sí estamos convencidos de que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte…” Pero cuando esto no es así ¿Cuál es nuestra actitud?

Jesús es muy claro por ello, ante las palabras de los discípulos les pregunta: «¿de veras creen?» Debemos evitar jactarnos ser pretenciosos, en cuestiones de fe el que ha tomado la iniciativa de amarnos es Dios, él es el protagonista de esto. ¿De veras creemos? Ante las dificultades ¿cuáles son nuestras actitudes?

Cada uno de nosotros debemos de confiar en la ayuda que Dios ha enviado a nuestras vidas, el Espíritu Santo ¿qué tanto le permitimos obrar en nuestro interior? San Pablo pregunta a unos discípulos si ya le habían recibido, mismos que responden ni siquiera haber oído hablar de él…

No podemos permitirnos caer en ese error, nosotros somos conscientes de contar con el Espíritu Santo, por ello pidamos su ayuda, pidamos al Padre Celestial, que grabe en nuestro interior las palabras de Jesús: “En el mundo tendrán tribulaciones; pero tengan valor, porque yo he vencido al mundo.”

(P. JLSS)