(Jon 3, 1-10/ Sal 50 / Lc 11, 29-32)
Ayer escuchábamos como el Señor confía en que nos dejemos empapar por su palabra para que la misma produzca cambios en nosotros, hoy las lecturas nos invitan a preguntarnos qué tanto creemos en que la Palabra del Señor pueden lograr esto en nosotros, de ello dependerá nuestra disposición a ello.
El miércoles de ceniza, escuchamos la misma aclamación que este día, en la que escuchamos las palabras del profeta Joel: “Todavía es tiempo, dice el Señor, conviértanse a mí de todo corazón, porque soy compasivo y misericordioso”, recordábamos que mientras tengamos vida tenemos oportunidad de volver a Dios. No se vale poner ningún pretexto para responderle.
El corazón de los habitantes de Nínive fue dócil a la predicación de Jonás al escuchar sus palabras “Dentro de cuarenta días Nínive será destruida”, no opusieron resistencia a su palabra, ni siquiera el rey, todos le dieron su lugar a Dios e hicieron penitencia de arrepentimiento.
“La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo…” Cuaresma es el tiempo en que se nos invita a darle el lugar a nuestro Dios, a reconocer el inmenso amor que nos tiene, a dejar que su Hijo y el Evangelio nos conmuevan, dejémonos transformar por el amor.
(P. JLSS)
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