SÁBADO – SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO
(Zac 2, 5-9. 14-15 / Jer 31 / Lc 9, 43-45)

Pensar en nuestro Señor debe llenarnos de alegría, pues “Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio”, esa buena noticia de que Dios nos ama y nos quiere libres, y nos lo ha dejado claro en la Cruz.

En Jesucristo se han cumplido todas las profecías, la que escuchamos hoy decía: “Jerusalén ya no tendrá murallas, debido a la multitud de hombres y ganados que habrá en ella. Yo mismo la rodearé, dice el Señor, como un muro de fuego y mi gloria estará en medio de ella” nosotros no necesitamos muros, contamos con el Señor como protector ¿Te refugias en el Señor o buscas otros lados?

Toda espiritualidad cristiana debe tener presente que “el Hijo del hombre fue entregado en manos de los hombres”, enseñándonos a aceptar la voluntad de Dios y que aun cuando no se comprenda del todo si tenemos a Dios de nuestro lado siempre triunfaremos.

Pidamos al Espíritu Santo que quite de nosotros todo miedo y todo «velo» que oculte a nuestros sentidos y mentes la esperanza cristiana. Padre que tú amor nos impulse a ser mejores y nos libere de todo aquello que nos atemorice, si estamos contigo nada nos puede vencer.

(P. JLSS)