(Dt 6, 4-13 / Sal 17 / Mt 17, 14-20)

En una ocasión le preguntaron a Jesús cuál era el mandamiento más grande de la Ley (cf. Mt 22, 36-40) y respondió no sólo con uno, sino que dice el «shemá Israel», la plegaria de que escuchamos en la primera lectura, y lo asemeja a otro «…amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lv 19, 18). Se trata de reconocer la presencia de Dios y que se nos note.

Muchísima seguridad tendríamos en nuestras vidas si reconociéramos la acción de Dios, su cercanía, su protección… brotarían de nuestros corazones plegarias como la del salmo: “Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo. Cuando invoqué al Señor de mi esperanza, al punto me libró de mi enemigo”.

Reconocer, escuchar y valorar la Palabra de Dios. Muchas de nuestras dificultades carecerían de fuerza si valoráramos más la presencia de Dios en nuestras vidas, si nos centráramos más en su cercanía que en los problemas, si nos preocupáramos más por vivir como lo que somos.

Si te preguntas porqué no puedes “esto” o lo “otro”, quizá la respuesta del Señor sería la misa que a los discípulos: “Porque les falta fe… Entonces nada sería imposible para ustedes”; por ello Padre Celestial te pedimos que aumentes nuestra fe, que prestemos mayor atención a tu poder que a nuestras dificultades. Espíritu Santo, fortalécenos.

(P. JLSS)