(Gn 37, 3-4. 12-13. 17-28 / Sal 104 / Mt 21, 33-43. 45-46)

En el Evangelio escuchamos una parábola en la que Jesucristo nos cuenta cómo Dios cuando da algo pone los medios para cuidarlo y para que esto salga adelante… ¿Eres consciente de lo que Dios te está pidiendo en estos momentos? ¿Te esfuerzas por cumplirlo?

Cuando uno deja de escuchar y tener en cuenta a Dios en su vida, terminará por creerse amo y señor de todo y puede llegar al grado de cerrarse tanto en su autoreferencialidad, que ni siquiera al Señor le den cabida. Es el extremo de esta falta de escucha, se comienza por ignorar o menospreciar lo que confronta, después se querrá destruir todo lo que amenace (soberbia), por último lo único que importará será uno mismo.

Estas actitudes las vemos en la historia de José, en sus hermanos, que prefieren desaparecer a su hermano, antes que soportar que continúe siendo bueno, lo que molestaba de José era que fuera bueno… dentro de los que le querían hacer el mal, hubo aquel que, hipócritamente, no es tan malo: “¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte? Vendámoslo a los ismaelitas y no mancharemos nuestras manos…” No se atreve a defenderle.

En la respuesta a la Palabra que dábamos en el salmo, podemos hacerla nuestra oración de este día: «Recordemos las maravillas que hizo el Señor», recordar la misericordia y el amor que Dios nos tiene y que nos ha manifestado ya, nos ayudará a darle su lugar, a no creernos los dueños de todo y ha saber aguardar su cuidado. Dios es fiel y nos ama ¿le estamos correspondiendo a su amor?

(P. JLSS)