(Jon 3, 1-5. 10 / Sal 24 / 1Cor 7, 29-31 / Mc 1, 14-20)
¿Tienes claro cuál es la misión que Dios te ha dado? ¿Qué tan grande es tu esfuerzo por cumplir con ella? Y si no tienes claridad en esto ¿le has pedido al Señor que te lo clarifique? “Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza.”
Tanto en la primera lectura, como en el Evangelio, hemos escuchado el llamado que Dios hace para realizar diferentes acciones y el cumplimiento de su llamado, a Jonás le llama para que predique sobre la destrucción de Nínive; a Andrés y a Pedro, Santiago y Juan a «ser pescadores de hombres»; cada uno de ellos cumplió con la misión que Dios le había dado, cómo vamos nosotros con eso.
Dios nos llama… ¿Qué tan dispuestos estamos para responderle? Lo primero que el Señor pide es que seamos «pescadores de hombres» que demos testimonio de nuestra fe, que atraigamos a los demás hacia su amor y misericordia; que logremos enseñar la grandeza de su amor realizando aquello que nos toca, que donde nos desenvolvamos demos testimonio de su presencia.
Señor, sabemos que este mundo que vemos es pasajero, por ello te pedimos que nos ayudes a despegarnos de las cosas materiales, para poderte seguir con mayor libertad, acrecienta nuestra esperanza para hacer vida lo que creemos, que sea nuestro testimonio esa red por la cual muchos se acerquen a ti. Padre que no seamos sordos a tu voz y que procuremos serte obedientes siempre.
(P. JLSS)
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