(Hb 2, 14-18 / Sal 104 / Mc 1, 29-39)
«Todos te andan buscando…» es la frase que le dice San Pedro a Jesús en el Evangelio que hemos escuchado, pero ¿Por qué le buscarían? Si recordamos toda su jornada, lo más seguro es que lo siguieran por ser un taumaturgo, no tanto por ser el Salvador, el Mesías.
Tú ¿buscas a Jesús? ¿Por qué le buscas? Todos por fe, decimos que confiamos en Él, que es nuestro pastor ¿que tanto le escuchamos? ¿Aceptamos que nos conoce? ¿Le seguimos? Debemos tener presente que “Como él mismo fue probado por medio del sufrimiento, puede ahora ayudar a los que están sometidos a la prueba”. Y pedirle el valor para no permitir que la angustia y el sufrimiento desvíen nuestra atención.
Dios nos ama y Él es fiel. “Ni aunque transcurran mil generaciones se olvidará el Señor de sus promesas” no podemos permitir que nada ni nadie nos haga dudar de su poder y del cuidado que tiene de nosotros. Hay quienes se acuerdan de Dios sólo cuando necesitan algún favor y la demás parte del tiempo pareciera que no recuerdan su existencia.
Padre amoroso, te pedimos que aumentes en nosotros la fe en la obra salvadora de tu Hijo, que nos abandonemos cada vez más a su amor y a su gracia, enséñanos a aceptar tu voluntad, porque contando con Cristo sabemos que nada nos puede vencer. Ponemos todo lo que nos inquieta en tus manos, a nosotros concédenos una experiencia profunda de tu amor para gozar de la libertad que sólo tú puedes dar.
(P. JLSS)
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