(Hch 15, 22-31 / Sal 56 / Jn 15, 12-17)

Permanecer en el amor de Cristo… está era la invitación que se nos hacia en el Evangelio el día de ayer, incluso se nos dijo que cumpliendo los mandamientos del Señor se permanecía en su amor ¿cuáles son estos? Hoy se nos responde «amándonos los unos a los otros como el Señor nos ha amado». Correspondiendo al amor recibido.

Él mismo nos explica la magnitud de su amor cuando nos dice que “nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos” ¿que tanto aceptamos la amistad (el amor) que Cristo nos ofrece? ¡Hagamos lo que nos pide! No pensemos tanto en nosotros aceptemos que «no somos nosotros los que le elegimos, él es quien nos eligió y destino a dar fruto».

En la primera lectura escuchamos la conclusión del Concilio de Jerusalén, en la que se reconoce que cuando nos unimos buscando el bien de común y cumplir la voluntad de Dios, el Espíritu Santo actuará y nos iluminará para lograr iniciar el camino hacia esta meta. “’El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponerles más cargas que las estrictamente necesarias…”

Nosotros también queremos experimentarnos amado por ti Señor, no permitas que nos atiborremos de actividades, que caigamos en el hacer por el hacer, queremos corresponder a tu amor, para ello te pedimos que invadas nuestros corazones para vivir con la libertad de los enamorados y no como quien se siente esclavizado. «quién te tiene a ti, nada le falta».

(P. JLSS)