(Gal 3, 7-14 / Sal 110 / Lc 11, 15-26)

Toda la semana hemos reflexionado de una u otra manera acerca de la fe, por lo que sería bueno que nos preguntáramos acerca de ella ¿Cómo está y en qué estado? ¿necesitamos que el Señor la aumente? ¿Qué nos está haciendo dudar? A veces en lugar de recurrir a Dios para que aumente nuestra fe buscamos qué hacer para eso cómo si de nosotros dependiera.

Quien cree que por hacer determinadas cosas, obras de piedad o filantrópicas, se parece a quienes buscaban agradar a Dios sólo por cumplir la ley, a ellos les debe resonar más las palabras de san Pablo, “Y es evidente que la ley no justifica a nadie ante Dios, porque el justo vivirá por la fe.” Nuestra preocupación debe estar puesta en disfrutar más de Jesucristo, en dejarnos atraer por él.

“Ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí…” nosotros creemos que el príncipe de este mundo (cf. 2Cor 4, 4) ya fue vencido, ahora sólo nos resta a nosotros dejarnos atraer por Cristo nuestra fuente de vida eterna y amor de Dios (cf. Jn 3, 13-14), por ello debemos dejarnos atraer siempre más.

Reconociendo Padre que no se puede servir a dos amos, ponemos en tus manos todas nuestras realidades, ayúdanos a comprender lo que quieres decirnos, en estos momentos concretos de nuestra vida, con estas palabras: “El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo; desparrama”. Hemos venido desparramando por no dejar que te involucres en nuestras labores. Espíritu Santo haz que nuestra fe aumente y vivamos en la libertad de ser hijos.

(P. JLSS)