(Hch 25, 13-21 / Sal 102 / Jn 21, 15-19)
Ante la división que puede surgir en nuestro interior, familias y comunidades ¿cuál es nuestra actitud? ¿Sabemos poner nuestra confianza en Dios aun en medio de las situaciones difíciles? Se trata de reconocer que muchas veces nuestras crisis se fundamentan en nuestra falta de apertura al Espíritu Santo.
Nuestra apertura a Él debe brotar de las mismas palabras del Señor: “El Espíritu Santo les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho…” si no lee pedimos su auxilio al Espíritu Santo corremos el riesgo de dejarnos intimidar por cualquier cosas, incluso podemos llegar hasta olvidarnos de nuestra esperanza.
El testimonio de san Pablo ante las acusaciones de los ancianos y frente a las autoridades romanas se mantuvo firme en su fe, de esto da testimonio esto cuando informa al rey Agripa las acusaciones contra Pablo: “Se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un tal Jesús, ya muerto, que Pablo asegura que está vivo.”
Pidamos al Señor Jesús que nos conceda experimentar de una manera muy intensa su amor y su misericordia de tal manera que esta nos lleve a reconocer como esta nos renueva cada que dejamos que nos toque, Jesús nos quiere a su lado, independientemente de como andemos ahorita, digamos como Pedro: “Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero.” Y renovemos nuestro deseo de seguirle.
(P. JLSS)
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