(Os 14, 2-10 / Sal 80 / Mc 12, 28-34)

Como todos los viernes de Cuaresma debemos preguntarnos qué necesitamos trabajar más en este tiempo, todos en el fondo sabemos aquello que más nos estorba en nuestro seguimiento de Dios, lo que casi nunca nos preguntamos es acerca del porqué de nuestra incapacidad de hacerlo o mejor dicho, porque no queremos hacerlo.

El personaje del Evangelio, tras preguntar a Jesús sobre el primero de los mandamientos y escuchar su respuesta le afirma: “Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”, lo que no nos cuenta el Evangelista si cambió algo en su vida después de su encuentro con Jesús.

El viernes es un día para recordar al Crucificado que nos ha manifestado el amor de Dios por nosotros, dejarnos confrontar por este misterio y escuchar las palabras del profeta: “Yo perdonaré sus infidelidades, dice el Señor; los amaré aunque no lo merezcan, porque mi cólera se ha apartado de ellos…”

Pidamos a nuestro Señor que el misterio de su Cruz nos motive más, que el tenerle presente en nuestras mentes nos impulse a ser mejores y a buscar ser cada vez más dignos de su amor. “He quitado la carga de tus hombros y el pesado canasto de tus manos. Clamaste en la aflicción y te libré.”

(P. JLSS)