(2Cor 1, 1-7 / Sal 33 / Mt 5, 1-12)

Ayer la liturgia de la palabra nos invitaba a réflex sobre la fe, a reconocer que Dios es omnipotente y ha dejarle actuar en nosotros… hoy continuamos con este esfuerzo por aprender a abandonarnos a la providencia Divina confiados, somos invitados a «hacer la prueba para ver qué bueno es el Señor».

¿Tienes claro qué es aquello que más te ha hecho dudar de Dios? ¿Aprendiste de esa experiencia o fue algo meramente momentáneo? Muchas veces nuestra vida de fe se puede tornar difícil, incluso llegar a parecer incomprensible es en esos momentos en los que debemos acudir a la memoria agradecida.

San Pablo es consciente de esta dicotomía entre fe y sufrimientos, pero es consciente de que el cuidado y la protección de Dios es constante, por eso da testimonio a los corintios de que: “Porque así como participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así, por medio de Cristo, recibimos también un gran consuelo.” No se queda en el pesimismo momentáneo, tiende hacia lo Eterno.

Pidámosle a nuestro Padre Celestial que nos conceda la capacidad de aspirar a los bienes de arriba y trabajar siempre por la paz para manifestar que somos hijos de Dios. Perseveremos sin desfallecer, confiemos en las palabras de Cristo cuando se nos presenten las dificultades: “Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos…”

(P. JLSS)