(Ap 12, 7-12 / Sal 137 / Jn 1, 47-51)

«Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible…» así iniciamos nuestra profesión de fe, con lo que profesamos que la creación de Dios supera nuestra inteligibilidad. «La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición» (CCE 328).

Los ángeles, continúa el Catecismo de la Iglesia Católica (n.330): «En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales (cf. Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf. Dn 10, 9-12)». Pero que no están alejadas de nosotros sino que son nuestra ayuda y compañeros de camino.

Cuando hablamos de arcángeles, nos referimos a aquellos ángeles que tuvieron el honor de dar un mensaje particular: Rafael (Medicina de Dios, Tob 5-11); Gabriel (hombre de Dios, Dios se ha mostrado fuerte, anuncia la Encarnación. Lc 1, 6 ss.); Miguel (¿quién cómo Dios?; Dn 10, 13) quien según la Tradición cristiana es quien pelea contra Satanás (cf. Ap 12, 7-10).

“Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.” Celebrar a los santos Arcángeles debe ayudarnos a reconocer que Dios siempre pone a nuestro alcance los medios y las ayudas necesarias para que podamos realizar la misión que nos ha encomendado. Quienes creemos en Jesús hemos recibido gracia sobre gracia.

(P. JLSS)