(Jl 1, 13-15. 2, 1-2 / Sal 9 / Lc 11, 15-26)

¿Te esfuerzas por querer corresponder al amor que Dios te ha dado o en qué fundamentas tu vida de fe? Cuando el Señor dice: “Ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí…” quiere centrarnos en su sacrificio en el cual encontraremos el remedio a todo aquello que nos amenaza.

Nosotros debemos dejarnos atraer por el Señor, dejar que su entrega en la cruz nos recuerde que contamos con él y que si no nos abandonó cuando amenazaban su vida, menos lo hará ahora que vive y reina por los siglos ¿tenemos presente que estamos esperando su regreso?

No bajemos la guarda, el prometió que volvería y así lo hará, no caigamos en el error de muchos que se olvidan de esto y se permiten muchas cosas basándose en este pretexto, «muchos piensan que el Señor tarda en cumplir su promesa, como algunos piensan, sino que nos tiene paciencia y no quiere que ninguno de nosotros se pierda…» (cf. 2Pe 3, 9).

No nos alejemos del Señor por ideas vanas, dejémonos impresionar de nuevo con su amor para poder vivir tranquilos como debe vivir quien tiene esperanza. No nos engañemos “El que no está él, está contra él; y el que no recoge con él, terminará desparramando.” Que el Espíritu Santo nos dé la claridad necesaria para no engañarnos justificando aquello que somos conscientes que no nos ayuda para vivir libremente nuestra fe.

(P. JLSS)