(Dt 34, 1-12 / Sal 65 / Mt 18, 15-20)

“Dios reconcilió al mundo consigo por medio de Cristo, y a nosotros nos confió el mensaje de la reconciliación…” Tras nuestro encuentro con Jesucristo hemos reconocido el amor que Dios nos tiene y lo misericordioso que es, si valoramos esta experiencia se nos debe notar.

Sólo quien ha recibido el perdón de alguien es capaz de perdonar con mayor facilidad, para saber qué tanto valoramos la misericordia de Dios es necesario que respondamos a la interrogante ¿qué tan grande es nuestra capacidad de perdonar? ¿Nos preocupa el bien del otro más que nuestro orgullo?

Cuando Jesús habla con sus discípulos de la «corrección fraterna» pide a los discípulos primero hablar con la persona que está equivocada, si no hace caso pide hacerlo con testigos y si ni así cambia, nos pide hacerlo frente a toda la comunidad, en ese orden. Quien primero lo dice a toda la comunidad busca «difundir» y no tanto «corregir».

Espíritu Santo concédenos la capacidad de reconocer con mayor intensidad el amor que Dios ha querido manifestarnos por medio de su Hijo para ser capaces de buscar siempre la paz, la tranquilidad antes que la división. «Arranquen de raíz de entre ustedes disgustos, arrebatos, enojos, gritos, ofensas y toda clase de maldad. Más bien sean buenos y comprensivos unos con otros, perdonándose mutuamente, como Dios los perdonó en Cristo.” (Ef 4, 31-32)

(P. JLSS)