(1Pe 1, 18-25 / Sal 147 / Mc 10, 32-45)
¿Cuál será nuestro mayor distractor en el seguimiento de Jesús en estos momentos? Ayer escuchábamos como Pedro le pregunta a Jesús acerca de aquello que recibirían por haberle seguido; hoy, Santiago y Juan, directamente piden puesto de honor, un lugar especial.
Por un lado está el que buscaba saber lo redituable de su seguimiento, por el otro, aquellos que por desconocimiento se dejan encandilar por lugares especiales. Ambos luchan por alejar de su reflexión personal la realidad de que en el seguimiento de Jesús hay etapas difíciles, que nos exigirán más abandono y mayor a la palabra de Dios.
Reconozcamos que el amor de Dios es más fuerte que nuestros miedos, que vale más la pena esforzarse por no perder este don que por ambicionar comodidades pasajeras, tal como nos demostró Jesús. Abandonémonos a la verdad del amor, “purificados ya internamente por la obediencia a la verdad, que conduce al amor sincero a los hermanos, ámense los unos a los otros de corazón e intensamente.”
Dios concédenos reconocer la fuerza de tu amor y abandonarnos a ella, no dejar que ninguno de nuestros prejuicios o miedos nos hagan ambicionar otra cosa que no sea mantener nuestra amistad contigo. “El que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos.” Que nos esforcemos más por imitar su manera de vivir.
(P. JLSS)
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