(Is 40, 1-5. 9-11 / Sal 84 / 2Pe 3, 8-14 / Mc 1, 1-8)

La temática de la primer semana del tiempo de Adviento fue la espera del Señor, una invitación a estar atentos para reconocer su paso por nuestras vidas; por eso hoy la palabra nos invita a la conversión, es decir, a cambiar aquello que sabemos no le está dejando actuar en nuestras vidas. La pregunta que hay que respondernos entonces es si realmente queremos que su llegada sea diferente.

Hoy hemos escuchado la invitación del profeta: “Preparen el camino del Señor en el desierto, construyan en el páramo una calzada para nuestro Dios…”, entrar en el desierto significa verse despojado de las cosas más elementales, conocer el hambre y la sed, tanto físicas como espirituales y aceptar que lo único que basta es Dios. Que nuestra mayor necesidad es Él.

A Juan el Bautista acudían aquellos que esperaban el encontrarse con el Señor, se comprometían a cambiar de vida como un elemento necesario para lograr que ese encuentro produjera mucho fruto, Juan los alentaba a que esperaran más que solo su cambio de comportamiento, sino un cambio total de vida: “Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo.”

No nos dejemos engañar por el falso sentimiento de superioridad o triunfalismo que genera el pecado, recordemos las palabras de san Pedro: “No es que el Señor se tarde, como algunos suponen, en cumplir su promesa, sino que les tiene a ustedes mucha paciencia, pues no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.” si estamos vivos hoy, quiere decir que contamos con tiempo para cambiar. Pongamos todo nuestro empeño por estar en paz con Dios para no vivir temerosos.

(P. JLSS)