(Sab 9, 13-19 / Sal 89 / Fil 9-10. 12-17 / Lc 14, 25-36)

Desde el domingo pasado y durante toda esta semana Dios, por medio de su Palabra, nos ha estado invitando a evitar toda jactancia, todo orgullos en nuestro perseverar para no distraernos de quien es el Principal, las lecturas de este día trajeron a mi mente una frase de san Ignacio: “En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación…”

Dentro de las mayores distracciones en nuestra vida espiritual puede estar, por un lado creer que la llevamos bien y no hacer más; pero, también, está el pecado, lo incomprensible, las nuevas exigencias que el Evangelio nos presente, porque nos pueden hacer “ignorar a Dios” y recurrir a lo pasado o superado en busca de bienestar aun cuando éste sea superfluo, «en lugar de cargar con su cruz y seguir a Jesús».

¿Cuáles son las «cruces» por las cuales está atravesando tu vida? ¿En estos momentos existe algo que te esté produciendo desolación? Confía en Dios, si él está de nuestro lado nada nos podrá vencer, seguir a Jesús implica el reconocimiento de su poder y el reconocimiento de que siempre necesitaremos de él, que no se nos olvide. Fue por el Señor quien hizo capaz de que Filemón recibiera a Onésimo.

Debemos pedir al Espíritu Santo que fortalezca en nosotros la paciencia para no desesperarnos y saber aguardar el cumplimiento de la voluntad confiados. “¿Quién conocerá tus designios, si tú no le das la sabiduría, enviando tu santo espíritu desde lo alto? Sólo con esa sabiduría lograron los hombres enderezar sus caminos y conocer lo que te agrada…” Pidamos a Dios que venga pronto su consolación, para vivir tranquilos y redescubrir que contamos con todo para vencer cualquier ejército y construir cualquier torre de defensa.

(P. JLSS)