(Rm 7, 18-25 / Sal 118 / Lc 12, 54-59)

Creo que como reflexión de este viernes bastarían las palabras del Señor que hemos escuchado: “Si saben interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan entonces los signos del tiempo presente? ¿Por qué, pues, no juzgan por ustedes mismos lo que les conviene hacer ahora?” Quienes creemos en Cristo debemos reflejarle en nuestras vidas (Cf. 1Jn 2, 6).

San Pablo continúa con sus enseñanzas a los romanos (y a nosotros) sobre el tema de la libertad que se obtiene por la gracia y la esclavitud que proviene del pecado y trae como fruto la muerte. Hoy le agrega el típico conflicto que puede surgirnos al querer perseverar en la fe el no poder hacer todo el bien que se quiere y terminar haciendo el mal que ya no se quiere.

A lo que el apóstol dará una respuesta clara: “¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, esclavo de la muerte? ¡La gracia de Dios, por medio de Jesucristo, nuestro Señor!” Muchas veces nuestros conflicto reside en que ponemos mayor atención en lo que nos hace caer que en aquello con lo que contamos para vencerlo, que es la gracia.

Padre, sabemos que tú revelas los misterios del reino a la gente sencilla porque así te ha parecido bien, por ello te pedimos que nos concedas esa sencillez necesaria para no poner toda nuestra atención en el pecado recurrente, sino estar atentos a tu gracia que es la que nos sostiene, sólo así nuestros pecados se darán por caída y no porque nos aventemos voluntariamente.

(P. JLSS)