(Dt 26, 16-19 / Sal 118 / Mt 5, 43-46)

“Hoy has oído al Señor declarar que él será tu Dios, pero sólo si tú caminas por sus sendas, guardas sus leyes, mandatos y decretos, y escuchas su voz.” Reconocer la acción de Dios nos compromete a dejarnos mover por ella ¿Permites que el amor de Dios influya en tu vida?

En el salmo escuchamos cómo se le pedía a Dios su presencia para poder cumplir con sus preceptos: “te alabaré con sincero corazón, cuando haya aprendido tus justos mandamientos. Quiero cumplir tu ley exactamente. Tú, Señor, no me abandones.” Dejar que se involucre en nuestras vidas nos hará vivir conforme a lo que Él merece.

En el Evangelio, por su parte, Jesús nos ha exhortado a «ser perfectos como nuestro Padre Celestial» ¿a qué se refiere con esto? A amar sin condición, a buscar el bien del otro sin querer sacar provecho de esto más que el bienestar del otro. Así nos lo ha enseñado Dios Padre, que nos ama porque somos suyos.

Quien reconoce la misericordia que Dios ha tenido para con él mismo es capaz de reconocer la bondad de Dios en el otro, pidámosle al Espíritu Santo una experiencia nueva del amor de Dios y que grabe en nosotros el mandamiento del amor, siendo conscientes de que que «amar a los que nos aman, no nos haría merecedores de ninguna recompensa; Y tampoco mereceríamos ninguna, saludamos sólo a nuestros hermanos.

(P. JLSS)