(Lv 19, 1-2. 11–18 / Sal 18 / Mt 25, 31-44)

Ayer domingo comenzábamos esta primer semana de cuaresma con la reflexión de las tentaciones de Jesús en desierto y cómo las logró vencer porque siempre se preocupó más en agradar al Padre que en el contenido de las tentaciones. También decíamos que nosotros seremos tentados igual que él y debemos actuar igual que él.

En el salmo escuchamos una frase que en teoría todos creemos: “La voluntad del Señor es santa y para siempre estable; los mandatos del Señor son verdaderos y enteramente justos”, ante las dificultades ¿acudes a Dios como primera opción? ¿Haces oración para no caer en la tentación?

¿Que se necesita para ser buenos? Pensar más en Dios que en lo que parece apetecible o antojadizo. “No odies a tu hermano ni en lo secreto de tu corazón. Trata de corregirlo, para que no cargues tú con su pecado. No te vengues ni guardes rencor a los hijos de tu pueblo. Ama a tu prójimo como a ti mismo.”

Quien ama a su prójimo cumple los demás mandamientos, amemos, busquemos ante todo el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se nos dará por añadidura (cf. Mt 6, 33), la caridad como escuchamos en el Evangelio no es algo que hago porque “así debe ser” la caridad es algo que se hace por correspondencia al amor de Dios. Dejémonos amar por Dios y dejemos que ese amor se note cada vez más y más.

(P. JLSS)