(1Cor 1, 26-31 / Sal 32 / Mt 25, 14-30)

“En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo; en el Señor se alegra el corazón y en él hemos confiado…” Esta frase del salmo que hemos escuchado debería ser un pensamiento constante en cada uno de nosotros que creemos en Jesucristo, ya que en él hemos conocido el amor de Dios (1Jn 4, 16).

Continuando con la lectura de la carta de san Pablo a los corintios, hoy el apóstol ha utilizado una imagen muy bonita para hablar de nuestra adhesión a Cristo, dice que por obra de Dios hemos sido injertados en Cristo, lo que implica reconocer que estando con él sólo nos resta abandonarnos y permitir que se una tanto a nosotros que comencemos a dar frutos.

Se trata de vivir de acuerdo a lo que el Señor nos ha confiado sin jactancias ni comparaciones, únicamente procurando cumplir con los que se nos ha confiado para poder dar fruto y no dejar que los “millones” que nos ha confiado queden inertes, procurando ser fieles en lo poco.

Pidamos a Dios que nos de la capacidad para permanecer fieles a Él aun cuando pareciera que no hemos avanzado nada, recordemos que “Dios ha elegido a los ignorantes de este mundo, para humillar a los sabios; a los débiles del mundo, para avergonzar a los fuertes; a los insignificantes y despreciados del mundo, es decir, a los que no valen nada, para reducir a la nada a los que valen…” y hoy que celebramos a Santa Mónica, sigamos su ejemplo de perseverancia en la oración.

(P. JLSS)