(Ef 5, 21-33 / Sal 127 / Lc 13, 18-21)
En la vida cristiana, como en todo intento de llevar una vida más espiritual, uno se debe preocupar primero en acrecentar esta experiencia antes de querer aparentarla. Nosotros creemos que Dios nos amó primero (cf. 1Jn 4, 19) y de allí brota nuestra caridad, por ello es importante reconocer nuestra docilidad al amor de Dios.
No se trata de hacer mucho, si primero no hemos dejado a Dios hacer mucho en nosotros. “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla…” se necesita mucha humildad para reconocer este misterio en nosotros.
Nuestro Señor Jesucristo ya hizo lo que era necesario para alcanzar nuestra salvación, ahora a nosotros nos toca hacer aquello que nos la alcance y evitar todo lo que nos aleje de la misma. Este mundo sería muy distinto si cada uno de nosotros aceptáramos e hiciéramos únicamente lo que nos corresponde, sin querer brincarnos roles.
Este fragmento de la carta a los Efesios se ha malinterpretado de manera errónea muchas veces por algunos grupos, de lo que trata aquí es de que en el matrimonio ambos deben cumplir los roles que le corresponde a cada uno, si no se hace el caos que estamos viviendo. Pidámosle a Dios tener la docilidad necesaria para hacer lo que nos toca, desde nuestra realidad, para que este mundo cambie.
(P. JLSS)
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