(Sir 48, 1-15 / Sal 96 / Mt 6, 7-15)

El día de ayer y hoy hemos escuchado acerca de la importancia que se dio a que el profeta Eliseo poseía el espíritu de Elías, la misma fuerza el mismo arrojo, su valentía, etc., ¿que tanta importancia o valor le damos al hecho de que poseemos el Espíritu Santo?

Nuestras vidas y maneras de reaccionar ante las dificultades serían muy diferentes si nos convenciéramos de la grandeza que poseer al Espíritu Santo, de ser hijos de Dios, creer con firmeza en las palabras de san Pablo: “Hemos recibido un espíritu de hijos, que nos hace exclamar: ¡Padre!”.

Jesús nos invita a comunicarnos con Dios desde esa confianza, en la oración del Padrenuestro nos hace reconocerle como alguien común, al cuidado de nosotros, confiando en su providencia, correspondiendo a su Misericordia siendo misericordiosos.

Somos nosotros los que le ponemos a Dios la medida del perdón, en esta oración le decimos que nos perdone de la misma manera en que nosotros perdonamos, pidamos al Espíritu Santo que nos auxilie a reconocernos hijos de Dios y ser capaces de reconocer que el otro también lo es y como tal debe ser tratado.

(P. JLSS)