(1Re 19, 9. 11-16 / Sal 26 / Mt 5, 27-32)

Escuchamos en el Salmo: “La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía.” Cuando se presentan momentos de dificultad o incertidumbre en tu vida ¿cuál es tu actitud? ¿Se parece a la del salmista que busca fortalecerse con su esperanza?

Tras nuestro encuentro con Jesucristo nuestra confianza en Dios debería ser total, en él se nos ha manifestado la magnitud de su amor por nosotros, por ello debemos esforzarnos mucho más por vivir este misterio de amor que por querer manifestar lo que teóricamente pudiéramos conocer a la perfección.

Se trata de iluminar al mundo con la luz del Evangelio reflejada en nuestras vidas, reconociendo que se trata de ser un poco como la luna que ilumina la oscuridad de la noche sin tener luz propia, refleja la que recibe del sol. Dejemos que la “luz” del amor de Dios se refleje a los demás.

No nos dejemos distraer por nada, aprendamos de Elías, supo reconocer que en el estruendo del viento huracanado no estaba Dios, ni en la violencia del terremoto, ni en lo caliente del fuego… le pudo reconocer en la paz de una brisa suave. Dios nos conceda centrar nuestra atención en él que es nuestra esperanza y aguardar su paz.

(P. JLSS)