(Hch 9, 26-31 / Sal 21 / 1Jn 3, 18-24 / Jn 15, 1-8)

El domingo pasado se nos invitó en la palabra a reconocer a nuestro Señor Jesucristo como nuestro Buen Pastor, que nos conoce y nos da lo que sabe que necesitamos, solo debemos escucharle a Él e ir hacia donde su voz nos conduce. Hoy se nos presenta Jesús como la vid en la que hay que permanecer en él, si queremos dar fruto.

¿Qué situación de tu vida necesitará «dar más fruto»? ¿Dónde sientes que hace más falta que dejes actuar el amor y la gracia de Dios? Permanecer unidos a Jesucristo sabiendo que nos conduce hacia fuentes tranquilas debe hacernos vivir con mayor libertad. Se trata de acercarnos a Él y dejarle actuar en nuestras vidas, “el que permanece en mí y yo en el, ese da fruto abundante, porque sin mí nada puede hacer.”

Nuestro interés debe estar puesto en aprovechar todo el amor que Dios nos ofrece, en vivir como personas que se saben amadas, san Pablo es un maestro de esto aún en medio de los prejuicios y miedos muy válidos que tenía la comunidad hacia su persona, él anuncia a Jesucristo que se le había manifestado y esa vivencia del amor es la que lo hizo un evangelizador infatigable.

Tú y yo también debemos esforzarnos por vivir de esta manera. Abandonados al amor. Que no nos de miedo el amor, aceptémosle y comenzaremos vivir con abundancia. “No amemos solamente de palabra, amemos de verdad y con las obras. En esto conoceremos que somos de verdad y delante de Dios tranquilizaremos nuestra conciencia de cualquier cosa que ella nos reproche, por que Dios es más grande que nuestra conciencia y todo lo conoce. Si nuestra conciencia no nos remuerde, entonces, hermanos míos, nuestra confianza en Dios es total..”

(P. JLSS)