(2Sm 7, 4-5.12-14 / Sal 88 / Rm 4, 13-16.18-22 / Mt 18, 16. 18-21. 24)
Creo que nos viene muy bien con la temática que hemos venido tratando esta semana, la Solemnidad de San José, varón Justo ejemplo de silencio, paciencia y serenidad. Eso sólo lo logra quien quien se abandona al impulso del amor y la gracia de Dios. ¿A qué le permitimos que nos distraiga?
A veces pareciera que creyéramos que los santos son personas libres de todo lo malo, como si no tuvieran momentos de duda, sufrimiento, incertidumbre, etc., los santos son ejemplo para nosotros por su abandono a Dios y por confiar siempre más en Él que en su lógica. Actuaban como personas que se saben amadas, ante el sufrimiento su mayor conflicto podría ser compaginar el amor con aquello.
San José, aún cuando confiaba en Dios y en todas las profecías, al no comprender el embarazo de María, sin dudar en su mujer porque la conocía, pero rebasado por el misterio «pensó dejarla en secreto», prefirió “quedar mal él” que ir contra la voluntad de Dios… ha de haber tenido tantos ruidos en su cabeza que se le tiene que decir en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Padre, estamos viviendo muchas cosas que rebasan nuestra comprensión, mucha enfermedad, sufrimiento y dolor a nuestro al rededor; sabemos que nos amas infinitamente, por ello te pedimos por intercesión de San José, que nos permitas reconocer tu voz en medio de tanto ruido y aguardar pacientemente tu consuelo y las respuestas a nuestras interrogantes, que nunca nos soltemos de tu mano.
(P. JLSS)
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