(Is 6, 1-8 / Sal 92 / Mt 10, 24-33)
La esperanza, según el diccionario es «estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos», es confiar en que Dios nos dará los bienes que nos ha prometido, es un don qué hay que pedir para lograr vivir con confianza en Dios conscientes de que la esperanza no defrauda (cf. Rm 5, 1-8)
La confianza en Dios irá aumentando gradualmente conforme uno va aceptando su amor y se abandona al poder de la gracia. No se trata de que nosotros hagamos mucho, se trata de reconocer todo lo que Dios ha hecho por nosotros porque nos ama y quiere nuestro bien. Aceptar que Dios es misericordioso es una gracia que hay que pedir.
Se nos ha narrado, en la primera lectura, la visión en la que se da la investidura de Isaías como profeta, nos dice la fecha, y que en ella se le manifiesta Dios con toda su majestad, a tal grado que le hace reconocer sus pecados en voz alta, sus labios impuros, mismos que son purificados inmediatamente por Dios lo que le hace responder al llamado confiado.
Al igual que a él, a ti y a mi Dios ha manifestado majestuosamente su amor y su poder en Jesucristo, al contemplar al crucificado se nos deben venir a la mente nuestros pecados, pero para reconocerlos y ser perdonados, sólo así responderemos más fácilmente al llamado que Dios nos hace a la vida, a ser humanos, a ser cristianos. Para ser libres, nos ha liberado Cristo (Gal 5, 1)
(P. JLSS)
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