(Gn 1, 20 – 2, 4 / Sal 8 / Mc 7, 1-13)
Alegrarse por formar parte de la creación y reconocer la acción de Dios en nuestras vidas debería bastarnos para fortalecer nuestra esperanza, pero en ocasiones las las limitaciones personales nos pueden hacer desalentarnos si prestamos más atención en ellas que en nuestro creador.
Es muy fuerte lo que nuestro Señor reprocha hoy en el Evangelio a algunos escribas y fariseos, y deberíamos preguntarnos qué tanto se nos podrían dirigir a nosotros estas palabras: “Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.” ¿Permites que tu corazón sea colmado por la gracia de nuestro Señor?
En la primera lectura, terminamos el relato de la creación, en él encontramos que el Dios conforme iba creando las diferentes cosas «vio Dios que eran buenas» pero tras la creación del hombre y a la mujer, se afirma: “Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno.” Dios no hace cosas defectuosas, no hay razón para desconfiar de nosotros mismos.
“Inclina, Dios mío, mi corazón a tus preceptos y dame la gracia de cumplir tu voluntad”. Padre, te ofrecemos nuestro corazón, llénalo completamente de gozo por saberte nuestro protector, haz que dejemos que confiemos más en el poder de tu gracia en nuestro interior y nos abandonemos a su impulso.
(P. JLSS)
0 Comments