Fiesta de Santa María Magdalena
(Cant 3, 1-4 / Sal 62 / Jn 20, 1-2. 11-18)
El veintidós de julio se celebraba en la Iglesia la «memoria» de María Magdalena, pero desde el tres de junio de 2016, está «memoria», fue elevada mediante decreto a «Fiesta», en este documento se nos explica el porqué: “En la actualidad, cuando la Iglesia es llamada a reflexionar más profundamente sobre la dignidad de la mujer, la nueva Evangelización y la grandeza del misterio de la misericordia divina, ha parecido bien que el ejemplo de Santa María Magdalena fuera propuesto también a los fieles de un modo más adecuado.”
María Magdalena fue una mujer que se dejó amar por a Jesús, no limitó su amor y aquello que éste amor le ofrecía. También, fue capaz de creerle más a la oferta de amor y gracia del Señor, que a las culpas y resentimientos que su pecado pudiera provocarle. Fue fiel al Señor y ser fiel a Él implica la aceptación que su misterio rebasa nuestra lógica mundana.
En los momentos difíciles e incomprensibles, quien está enamorado del Señor debe presentarle todos estos sentimientos y miedos con la libertad que María Magdalena lo hizo, cuando el Señor le preguntó: «Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?»; por su amor a Jesús fue la primer testigo de su resurrección. No porque fuera perfecta, sino porque vivía en el amor.
Hoy, pidamos al Padre Celestial, por intercesión de María Magdalena, que por medio del Espíritu Santo nos haga prestar mayor atención a su amor que a nuestros prejuicios o pasado, que cree en lo más profundo de nuestro ser un insaciable deseo de llenarnos de su amor. «En el amor no hay temor. El amor perfecto echa fuera el temor, pues hay temor donde hay castigo. Quien teme no conoce el amor perfecto.» (1Jn 4, 18)
(P. JLSS)
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